Milford Junction
No me vio dentro del coche, mirándola.
Por primera vez en diez años, estaba sola.
Como una sombra al atardecer, pasó deprisa;
cruzó el paso de cebra esquivando al malabarista
y a una pareja de turistas escuálidos
vestidos como exploradores.
Se detuvo en la isla. El semáforo cambió
y ella alcanzó la otra orilla de la plaza.
Allí desapareció para siempre
tras las rejas blancas del colegio.
Qué sensación extraña, pensé:
ver a una persona que amaste
convertida en un recuerdo que camina.
La vida siempre guarda algún temblor inesperado:
volver a ver cómo se va quien ya se fue,
una vez más, desde otro ángulo.
Por primera vez en diez años, estaba sola.
Como una sombra al atardecer, pasó deprisa;
cruzó el paso de cebra esquivando al malabarista
y a una pareja de turistas escuálidos
vestidos como exploradores.
Se detuvo en la isla. El semáforo cambió
y ella alcanzó la otra orilla de la plaza.
Allí desapareció para siempre
tras las rejas blancas del colegio.
Qué sensación extraña, pensé:
ver a una persona que amaste
convertida en un recuerdo que camina.
La vida siempre guarda algún temblor inesperado:
volver a ver cómo se va quien ya se fue,
una vez más, desde otro ángulo.