Solo esta foto tengo


Había aún papel pintado en las paredes.
Lo recuerdo hermoso, de color menta apagada.
Su tacto rugoso me fascinaba cuando era niño.
Y estaba también aquel cuadrito hecho con hojas secas
en la esquina especial del dormitorio, en aquel ángulo
sobre el radiador que mi madre cubría siempre
con mi manta para que estuviese caliente.
Las viejas cortinas, que pesaban como un mundo,
ligeramente desplazadas por el respaldo de la silla
donde ella se sienta.

Junto a la ventana, me sostiene en sus brazos
con cuidado y me observa con todo su amor.
Solo ella es capaz de verme así:
a través de mí, del tiempo y del dolor.
Acabo de nacer y, sin embargo, sabe ya
qué clase de ser humano seré algún día.

La primera luz de la mañana
baña su cara y su pelo despeinado.
Está preciosa, cansada y radiante.
Me siento a salvo cerca
de su corazón bueno.

En la mano con que sujeta mi nuca
luce su alianza. Cuando se muera papá,
la guardará discretamente en algún sitio
que solo ella conoce, donde conserva
las cosas que le duelen, y nunca más
volverá a hablar de ello.